18 jul 2010

¡Ah, La Barja...!

Antes de comenzar a mecanizarse los trabajos agrícolas, los labradores en mi pueblo (y dale con que el pueblo es mío) para evitar desplazamientos al "tajo" nos íbamos de quintería para toda la semana. Lo cual significa que había que llevarse "hato" en "La Barja" para comer tres veces al día. El pan, el aceite, el vino, iban en las aforjas el primero, en la "redina" el segundo y el vino en un pequeño tonel. Todo lo demás se colocaba en "La Barja". Y no es difícil enumerar los artículos dispuestos en la alacena portatil -eso le llamo yo- ya que el menú variaba poco entre unos días y otros.
Los almuerzos consistían en unas gachas con harina de almorta (nosotros decíamos "titos") o migas de pan y en ambos casos sus tajaillas de tocino frito para después. El postre igual eran unos higos secos, fruta del tiempo incluso unas aceitunas. Al medio día, podía ser; caldillo de patatas con bacalao, patatas y pimientos fritos, o pisto, sin que faltara como segundo el tocino (nadie hablaba de colesterol) y el postre. Y la cena se hacía con "cualquier cosa"; una o dos sardinas saladas, un trozo de longaniza y si era el tiempo unos boniatos asados entre la brasa del fuego o unas bellotas de Los Pedroches, que eran muy famosas.
Digo que no es complicado enumerar los artículos del contenido de "La Barja" por que como se ve en la descripción que hago del menú aproximado de un día cualquiera, cito prácticamente la totalidad de ellos: patatas, pimientos, tomates, harina de titos, tocino blanco (veteado mejor) sardinas saladas, pimentón, sal, ajos, cebollas, eran los comestibles básicos del trabajador por cuenta ajena, es decir, los jornaleros. Otros, los pequeños y medianos agricultores que cultivaban sus propias tierras, llevaban un poco jamón, chorizos o morcillas, casi todos de su propia matanza, así como huevos de las gallinas de casa y algún capricho o chuchería como pan de higo, mostillo o chocolate.
Después de tanto tiempo no puede decirse si aquello era vivir o malvivir, de lo que estamos seguros los de mi generación es, que de crisis no se hablaba y de huelgas menos. La mentalidad de muchos daba para poco más que poder llenar "La Barja" todos los domingos para seguir tirando. Vamos, una verdadera pena.
Hasta la próxima, amigos leyentes, que no quisiera perder el buen humor.
Saludos.
CATEGORÍAS: