26 ene 2007

PRÓLOGO

La laringe es un órgano que cumple tres misiones: respiratoria, de esfínter o válvula y fonatoria. Respiratoria porque permite el paso del aire del exterior a los pulmones y viceversa, de esfínter o válvula porque impide que la saliva o los alimentos pasen a las vías respiratorias y fonatoria porque al contener las cuerdas vocales posibilita la emisión de sonidos que permiten la comunicación con los demás a través de la palabra.
La cirugía total de la laringe es capaz de mantener la función respiratoria, pero al tener que sacrificar las cuerdas vocales priva al individuo de la comunicación con su entorno. Afortunadamente, la vibración de la boca esofágica va a producir un sonido básico que articulado adecuadamente en la boca permite la emisión de palabras y por tanto de frases que van a restablecer la comunicación del paciente con el exterior.
Esta nueva forma de hablar percisa de un aprendizaje que debería darse en el propio centro donde el paciente se operó, pero por desgracia, este aspecto no se halla explícitamente contemplado o asumido por la estructura sanitaria actual o bien es manifiestamente insuficiente.
Es gracias a las Asociaciones y Centros de Laringectomizados que cubren, en parte, esta deficiencia, o al espíritu de entrega de gente como Andrés Cañas, que se consigue rehabilitar a los laringectomizados para que puedan integrarse, de nuevo, a su vida normal.
Hace diez años que conozco a Andrés Cañas. Primero fue un paciente, después un amigo. En el momento actual es el colaborador, que de una forma volunaria y desinteresada, inicia en los primeros pasos de rehabilitación vocal a aquellos enfermos que, nosotros cifujanos oncólogos, nos vemos obligados a privar de un don tan preciado como es la voz. Conozco muy bien su gran interés por superarse día a día, así como de la ilusión con que participa de todo aquello que pudiesenriquecer sus propias experiencias, para utilizarlo en favor de nuestros pacientes antes o después de ser laringectomizados.
Su libro, MI OTRA VOZ, es una reflexión en voz alta de todo el proceso de reintegración, tanto física como psíquica, que todo paciente laringectomizado debe seguir hasta llegar al equilibrio psicosomático personal que le permita integrarse totalmente a su entorno familiar y social. Creo que su lectura puede ser de gran utilidad tanto al enfermo que deba someterse a una intervención de laringectomía total como al que ya la ha experimentado.

J. Burgués Vila
Jefe Patología Cervico-Facial
Servicio de ORL
Hospital de la Santa Cruz y San Pablo de Barcelona
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