21 feb 2009

EN POCAS PALABRAS

Hoy, como suelo hacer casi cada día por recomendación médica, paseaba por el parque que tenemos cerca de casa y veo que alguien se para frente a mí y mirándome fijamente a la cara me dice: ¡hola Andrés, que alegria verte!. Ambos nos dImos la mano y extrechándonosla fuertemente, le respondo: igualmente. Pero en un tono que no disimulaba mis dudas sobre quién era esta persona que me reconoció incluso me nombraba por mi nombre de pila. Él se dió cuenta de ello y sin dejar de mirarme a los ojos me aclara de qué me conoce. Dice, " te conocí en el hospital donde operaron a un hermano mío de lo mismo que tú estás. Nos hiciste una visita que nunca dejaremos de agradecerla, porque esos días todos estábamos angustiados por la gravedad del problema de mi hermano y tu presencia nos tranquilizó de tál manera, que en tu ausencia no parábamos de recordarte por el ánimo que nos habías transmitido, sobre todo a mi hermano.
Y por si eso fuése poco, tuviste la delicadeza de regalarle un libro escrito por tí (de ahí que no olvidemos tu nombre) donde explicas tus experiencias con una sencilléz que nos pareció ejemplar.
Después, en las clases de erigmofonía que dábais en el mismo hospital, mi hermano asistio unos meses y aprendió lo necesario para comunicarse con palabras sin demasiada dificultad. Ocurre que él era mucho mayor que nosotros y hace poco que falleció con 91 años. Pero vivió operado los últimos veinte, sin otra complicación que el uso de una voz diferente a la tuvo antes. Y siempre decía que fué asistido por muy buenos médicos, pero la animosidad con que afrontó el problema hasta superar una convalecencia tan dificultuosa, sin ningún género de duda, te lo debía a tí.
Tras darle mi condolencia por la muerte de su hermano, nos dspedimos con un fuerte abrazo. No pudimos decir más.
CATEGORÍAS: