27 may 2011

Toda buena relación es compromiso.



"El laringectomizado no es un enfermo más que pasa y se diluye en el recuerdo de tantos otros enfermos, ya que éste queda ligado a la atención permanente de su médico, unido a él por lazos que desborda la simple relación médico-enfermo y adquiere profundos sentimientos de amistad y gratitud"
Juan José Arístegui Carnés
Dr. ORL y cirujano cervico-facial.




Como iba a imaginar, después de ser intervenido de la garganta por un cáncer de laringe y luchar tan duro hasta recuperar voz suficiente para comunicarme con palabras a un nivel aceptable, cómo iba a pensar -insisto- que me comprometería incondicionalmente respecto a la rehabilitación de otras personas que pasarían mas tarde por la misma experiencia, y precisaran la misma ayuda que otros me prestaron a mí, pero lo tuviesen menos fácil que yo lo tuve.

Sin embargo, cuando comencé a conocer médicos de tan alta talla profesional y humana como el autor de la reflexión con que encabezo este post lo entendí todo. Mi propio médico, el llorado Dr. J. Burgués Vila, ya fallecido y a quién debo y deberé gratitud de por vida, antes de conocer al Dr. Arístegui, como entre nosotros quedó tan sólida esa relación médico-enfermo y viendo que mi recuperación fue tan positiva, me propuso colaborar con su equipo para dar confianza a pacientes que les costaba aceptar un diagnóstico tan impactante, cuando éste se llama cáncer, con la serenidad y confianza necesarias para reforzar el efecto del tratamiento a aplicar, sea el que sea. Los resultados de esta relación a tres: médico, enfermo y paciente rehabilitado fueron tan positivos y en tantos casos que después de pasar treinta años, aún nos encontramos algunos de los que nos favorecimos de aquél modo asistencial, y nos fundimos en un abrazo con entrañable amistad. Celebramos el encuentro y recordamos las mejores anécdotas, vividas en unas circunstancias donde era solo la auto-ayuda la que nos mantenía con esperanza de volver a recuperarnos. Sin embargo, una vez superada aquella etapa, ahora le damos calidad de anécdota y hasta nos permitimos recordar el aprendizaje con cariño y como una broma.

Solo añadiré un detalle: cuando yo le expresaba a mi médico la inmensa gratitud que le debía por el excelente trabajo que había hecho conmigo, me respondía que "el agradecido era él, ya que fui un enfermo disciplinado, y por el beneficio psicológico que observaba en el comportamiento de aquellos pacientes que contactaban conmigo, antes o después de ser operados".

Tampoco niego que hubo casos tan difíciles que era preciso recurrir a la asistencia del psicólogo incluso para atender a algunos familiares del enfermo. Por fortuna es cada menos frecuente por que hay más y mejor información. Lo cual también forma parte del compromiso que dice el título de este post.

Saludos.



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