19 dic 2013

Z O N G A


(La Navidad comienza con la Cena de noche buena, seguida de la Misa del gallo, y 
  la "zonga" que no es otra cosa que una francachela a lo bestia) 



Aunque para algunos lo parezca, el título de este espacio no es rebuscado entre vocablos que digan lo mismo que el elegido.  Pues la palabra "zonga" ni está en el Enciclopédico Salvát, ni en el Espasa de "sinónimos" que tengo en casa y que en ocasiones utilizo.

Zonga era el nombre que dábamos a la comilona con que la juventud de mis tiempos "celebrábamos" la Noche Buena.  Para ello aportábamos cada uno de nosotros lo que se nos ocurría y con una buena lumbre se preparaba el suculento y siempre apetitoso menú.

-    Oye, Ramón, si ves a Paco recuérdale que el vino que trajo en año pasado estaba un poco "repuntado" y casi nos estropea la zonga.  Que si este año lo va a traer él y no lo tienen mejor, que no se moleste, que ya lo pondremos nosotros.

-      Bueno, intentaré decírselo con buenas palabras, porque ya sabes cómo las gasta y a lo mejor se enfada y no viene.

Aunque las fiestas de Navidad  se acostumbra a alargarlas con los días de año Nuevo y Reyes, nosotros las alargábamos  un poco más, ya que solíamos repetir que; "Hasta San Antón, Pascuas son".  Es decir, que desde el encendido de las luces del Portal de Belén, hasta ver hechas cenizas las hogueras de San Antón, excepto los días hábiles que íbamos a trabajar, eran jornadas de fiesta y excesos.

La semana anterior a la Navidad, cuando la poda de las viñas estaba en todo su apogeo, si la Pascua caía a media semana, los viñeros solíamos estar hasta diez días sin aparecer por el pueblo. Y es que entre la poda y hacinar los sarmientos, hacer "casillas" y echar basura, sacar cepas improductivas, etc. el trabajo no se terminaba nunca.

-      ¿Donde vas a estas horas con el frío que hace ? -le digo a un vecino que  me encuentro en la calle cuando ya estaba anocheciendo-.

-       Perdona -me repondió él sin pararse- pero es que voy a recoger las tijeras de podar al taller de "Los Magras" y no puedo entretenerme por si cierran.  Y como el lunes madrugamos, queremos dejar todo preparado y colocado en el carro. 

-        Ya, eso está bien, pero no corras porque tienes tiempo.  Y aunque veas que la puerta está cerrada, tu llama que ellos está dentro y te abren.  Ahora tienen mucho trabajo y suelen irse algo mas tarde que otros días. 

-        Bueno, te dejo, a Dios.  Ya nos veremos en otro momento.

En aquellas comarcas pobladas de viñedos, igual al anochecer que al amanecer, era un verdadero espectáculo ver tantas casas y bombos echando humo por la chimenea. Lo cual indicaba  que en el campo había vida.  Y es que en aquél lugar dominaba el minifundio y la gente que reunía 20 ó 30 fanegas de viña en un mismo pago se hacía un pozo de donde sacar agua y con piedras y los tapiales de tierra muchos se construían su propia casa.  Casas que no eran utilizadas solo por sus propietarios, si no que daban cobijo a los vecinos que lo necesitaba.

-    Hermano Lucio, dice mi padre que si me deja usted la llave de la casa, que el lunes vamos a coger las aceitunas y estaremos unos cuantos días.  Y como somos pocos, a lo mejor tenemos faena hasta la Pascua.

-     Dile a tu padre que si no te doy la llave es porque también vamos nosotros.  Pero como sobra sitio, igual para las mulas que para las personas, esta semana estaremos juntos y así estamos acompañados.

_     Todo esto sucedía, y se vivía, con modelica naturalidad.  Tiempo después llegó la mecanización y se modificaron los métodos de trabajo en el campo, logrando una agricultura mas productiva y con mucho menos esfuerzo.  Claro, que para que la vida en el campo mejorase, tuvieron que ir quedando en la cuneta retazos de una cultura rústica, de una forma de vida, que aunque sencilla

no menos enriquecedora espiritualmente, que lo que se ve ahora.

No obstante:  Felice Pascuas 2013 y Venturoso 2014. 








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9 dic 2013

ERRORES GRAVES



(Las desagradables  consecuencias de un error excesivo y execrable)



Ignoro si Caín era su nombre de pila, o no lo era.  Sí puedo decir, sin embargo, que en el pueblo se le conocía por ese bíblico nombre, o yo no conocía otro.  

Tampoco se si le llamaban así por haber cometido un crimen, como hizo el primogénito de Adán y Eva, o fue idea de algún pariente  cercano al observar que al poco de nacer, con los ojos bien abiertos, mantenía la mirada imperturbable y el familiar intuyera que ese crío podría hacer algo parecido de mayor. Yo que sé...?.  Pues la gente pueblerina ya sabemos cómo las gasta a la hora de endosar motes o sobrenombres a aquellos conciudadanos suyos que tengan algo que les distinga de sus semejantes.

Cuando conocí a Caín, siendo yo un adolescente y él ya había salido de la cárcel tras diez años recluido en ella, con lo que sin ser todavía viejo, a nuestro lado lo parecía.  Tal vez su imagen estuviese algo mas deteriorada de lo normal a su edad, en lo que a su aspecto físico se refiere, por el remordimiento o pesadumbre que aun le perseguirían durante algún tiempo, por el hecho de haber delinquido tan brutalmente.

Caín, trabajaba con un carretón y un par de mulas, transportando cubas y odres de vino de las bodegas a la estación del ferrocarril.  Y al lado de la reata se le veía cabizbajo, aparentaba ser un hombre triste , solitario y algo distraído.  Se supone que su aspecto tristón se debiese a que las amistades que tuviera antes de cometer el error que cometió, así como las personas de su entorno mas próximo, después de cumplir la condena y salir en libertad, aún le daban la espalda.  Muchos de ellos rehuían tratar con él sin reparar que ya había pagado con cárcel su equivocación y ahora necesitaba recuperar afectos e integrarse socialmente y volver a convivir con los demás nuevamente.

Sin embargo, a pasar de sufrir el rechazo de tanta gente adulta, sorprendía ver lo a gusto que se encontraba hablando con los todavía muy jóvenes y lo bien que lo pasábamos nosotros con él. No me importa decir que con el tiempo hasta llegamos a quererle.  Todo lo que nos contaba eran historietas y cuentos algunos muy divertidos.  También hacía dibujos muy graciosos que después de hacerlos nos los regalaba.

-      ¿Cómo es que sabe usted tanto, si dice que nunca fue a la escuela? -pregunta el que parecía mas curioso del grupo de adolescentes que le escuchábamos-.

-       No creáis que se mucho.  Es que tanto tiempo en la cárcel, como en la mili había aprendido a leer y a escribir, las horas que tocaba "patio", mientras mis compañeros de galería las gastaban paseando y hablando entre ellos, yo me lo pasaba en la Biblioteca leyendo o escribiendo, también dibujando, y aprendí mucho de lo veis que hago ahora.  Eso es todo.

Quisiera añadir, en honor a la verdad, que cuando alguien nos hablaba mal de Caín sin explicar los motivos que tuviese para hacerlo, como nosotros le teníamos por una bella persona, no comprendíamos el por qué de ese rechazo.  A nuestra edad nos encantaba estar con él y hablar, y escucharle, porque nos reíamos mucho con algunas de sus historias.

-      No os fiéis de ese hombre de las patillas largas -nos advertía alguno de esos que le negaban el saludo- que ahí, donde lo veis, tuvo el valor de matar a un mozo de un tiro en un día de Romería y ha estado preso diez años.

-       Que mató a uno y que ha estado muchos años en la cárcel, ya nos lo ha contado él -respondimos-.  Y que se siente feliz entre nosotros sobre todo cuando le pedimos que nos cuente alguna de las historias que sabe y ve que le prestamos atención, también nos lo dice y nos lo agradece.

Confieso, modestamente, que las "historietas" que nos contaba el "hermano" Caín, fuesen verdaderas o inventadas, aunque quisiera no las recordaría.  En cambio, ni que pasara mucho tiempo aún, jamás olvidaría un encargo que solía hacernos a todos, si le preguntábamos por cómo fue su vida en la cárcel?.

-        Mirar muchachos -nos explicaba- la cárcel es un lugar maldito donde nadie entra por gusto.  Pero se utiliza como subterfugio  para gestes que delinquen y expresan arrepentimiento diciendo estar dispuestos a reinsertarse y recuperar la libertad.  Como yo lo pasé tan mal, mejor que una explicación quisiera recomendar a todos vosotros algo que tiene mucho que ver con la capacidad de inteligencia de cada uno:  "Si participáis de alguna bronca y notarais que el cabreo por ambas partes subiera de tono, abandonar; quedar como unos cobardes por huir, pero no matéis a nadie". 

No se si fue por casualidad o suerte conocer al "hermano Caín" en tan particular como oportuna circunstancia y de haberme sentido beneficiario de sus higiénicos consejos, si no que por mucho tempo que pasara, su nombre no dejaría de sobrevivir en mi mas hondo recuerdo.


















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1 dic 2013

EL CAFE DE MEDIA TARDE



(La celeridad de los tiempos está haciendo desaparecer las 
tan enriquecedoras charlas de cafe)



Enfrente de casa hay una panadería que, además de vender pan de variados formatos y toda clase de bollería para desayunos y meriendas, sirven cafe e infusiones de distintas hiervas incluso chocolate a la taza, en unos veladores colocados de manera que no entorpecen la venta en el mostrador.  
El sitio es tan acogedor, que muchas tardes nos reunimos tres o cuatro vecinos -todos jubilados- a tomar "algo" y comentar cualquier historia que tenga algo que ver con los recuerdos de nuestro pasado.  Ahora es inevitable hablar de la situación política y los demoledores efectos que está teniendo la crisis en la parte mas débil de la sociedad, que es la clase a la pertenecemos los viejos.

Uno de los tertulianos, quién parece de mas alto nivel económico, intenta hacernos ver que las cosas no van tan mal como se dice. Que no seamos "aguafiestas" que de las crisis, de todas las crisis, siempre se sale y esta no será la excepción. Y lo dice tan convencido, que de tanto en tanto nos recuerda el viejo refrn que dice: "No hay mal que cien años dure". 

-   De acuerdo -responde uno de los mas recelosos-.  Pero es que la crisis actual, aunque se nos diga lo contrario, por sus orígenes y su dimensión, la dificultad para superarla es superior a la de otras.  Pues a la tragedia  que significa el palo económico que están recibiendo multitud de familias de clase media baja, hay que añadir la ausencia de valores morales de quién maneja y "administra" a su antojo lo que es de todos.

-     Lo peor es que pasa el tiempo -interviene un tercero- y no parece que haya nadie capaz de cortar la sangría que se está produciendo en el mundo del trabajo y en consecuencia la merma de productividad en la mediana y pequeña empresa que es donde se sostuvo siempre el "bienestar social".  Mientras tanto, el gran capital "ni está ni se le espera".  Las grandes fortunas campean a sus anchas como si la solución a todo este fiasco económico fuese tarea de otros. . . .

-     Bueno, bueno, -media quien parece ser el mas viejo-.  Ya se sabe que las depresiones económicas siempre las ha padecido quién menos capacidad tiene para defenderse.
No obstante, no seamos agoreros y confiemos en que los países ricos, también hermanos, hagan un gesto de responsabilidad y busquen      ( y encuentren, claro) el remedio a tanta desesperanza.  Que entiendan que la honradez y la solidaridad siguen siendo valores irrenunciables,  aunque se sepa que el dinero es una "golosina" que guste a todos.  Que se haga justicia, lo que sea, para que no aumente la desigualdad entre unas clases y otras, ya que de no ser así el mundo se convierte en un auténtico semillero de conflictos que podrían ser muy graves.

-      Nosotros -decía el mas joven del grupo- os prejubilados por reestructuración de plantilla que hemos cotozado años a la Seguridad Social y no hemos malgastado un solo euro, si pudiésemos disfrutar de una vejez mínimamente cómoda, ya nos valdría.  Pues aprendimos aquello que dijo   Franklin: "Si sabes gastar menos de lo que ganas, has encontrado la piedra filosofal".  O a Jefferson: "No gastes tu dinero antes de ganarlo".  Y yo añado otro que me enseñó un "sabio loco" de mi pueblo: "Si para vivir gastas la mitad de lo que tienes, siempre vivirás con el doble de lo que necesitas". 


Por tanto, si los políticos elegidos para defender los intereses generales del país, así como los titulares de las grandes fortunas, no han reparado en el tremendo desajuste que hay entre lo que se ingresa y lo que se gasta,  que es igual a lo que se tiene y lo que se necesita, ahora que no busquen culpables de la crisis entre los sencillos y sufridores ciudadanos de a pie.  Que antes de hacerlo se miren ellos al espejo, que ahí los encontrarán seguro.









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