31 oct 2010

¡Qué suerte la mía! a pesar de todo.

En los años que formé parte del voluntariado en la Asociación Española Contra Cáncer (junta provincial de Barcelona) ejerciendo y coordinando tareas de rehabilitación de la voz a personas laringectomizadas -como es mi caso- y haciendo lo mismo en el servicio O.R.L del Hospital de la Santa Creu y Sant Pau, en todo ese tiempo, la gente que recurrió a nosotros desde diferentes comarcas de la provincia, confiada en recibir ayuda para superar las secuelas del post-operatorio inmediato, al ver que este humilde mortal, sin laringe, les hablaba con una voz que se entendía casi sin dificultad, la reacción del convaleciente igual que la de sus familiares mas cercanos era tan positiva que me hacían sentir mucho más útil de lo que jamás pude imaginar. El hecho de poder corresponder con lo mismo, en igual medida, que hicieran otros conmigo en circunstancias parecidas, me llenaba de gozo.
Ahora, apartado de la vida activa (ya voy siendo viejo) por razones de prudencia y recomendación de los míos más que por cansancio, me recreo abriendo carpetas donde guardo testimonios entrañables de esas ¡tres "hermosas"décadas de mi vida! en las que a pesar del esfuerzo que ha significado cumplir tál compromiso de solidaridad con otros, he salido infinitamente beneficiado. Todo este tiempo, y el que creo que queda, todavía, (toquemos madera) forma parte de un auténtico regalo a disfrutar hasta el aún lejano final.
Saludos.

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Uno de los jóvenes "alumos" que han pasado por el centro de rehabilitación de la voz, en el Hospital, y que logró articular palabras con notable facilidad, entre él y su esposa me regalaron un libro con una dedicatoria que cada vez que la releo la encuentro más exagerada. Vean si no.

Él dice: Con mi mayor respeto y cariño, gracias por todo. (A él lo entiendo)
A........

Ella: Siempre he creido en la humanidad de la gente. Jamás he creido en los ángeles, ¡pero un día apareció uno en nuestras vidas en la sala de un Hospital!. Aunque iba vstido de hombre supe que la ropa solo era un disfráz, que dentro de ella había un ángel. ¡Ahora sí creo en Ellos! ...........
y así unas cuántas y emotivas líneas más, hasta acabar con un: Inmensamente agradecida. (A ella, no lo se, alomejor también la entiendo)
L........




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12 oct 2010

Fiesta con cerdo.

La matanza del gorrino (así se le llamaba al cerdo en mi tierra) solía ir acompañada de un ritual que mas parecía una fiesta. Y es que era una fecha muy esperada, por que de ese día dependía proveer la despensa de lo por entonces considerado imprescindible para disponer de puchero la mayor parte del año.
Pero vayamos a lo que era la matanza, empezando por la preparación. Al "gorrino" se le tenía 24 horas, o mas, sin comer para facilitar el lavado de tripas (mondongo) para su mejor aprovechamiento.
Muy de madrugada, una vez encendido el fuego y puesta a calentar una caldera con agua, y tomar ¡faltaría mas! el acostumbrado trago de aguardiente, al "gorrino" se le sacaba de la cuadra, tirando de él, con un gancho de hierro clavado en el maxilar inferior. Ni que decir tiene que los gritos (gruñidos) angustiosos del pobre animal se oían desde lejos. Una vez desangrado y socarrado, en la misma mesa, se lavaba con agua bien caliente y se ponía a disposición del experto (matarife) para abrirlo y piecearlo convenientemente.
Por lo que recuerdo, antes de catarlo, era obligado llevar unas muestras al señor veterinario para analizarlas y dar el "apto para consumo humano" enviando a una pareja de agentes municipales (consumistas) que pesaban la canal, creo que para calcular el impuesto municipal a pagar y le ponían el sello que acreditaba el cumplimiento de la ley. Luego se cortaban unos trozos de panceta, morro, papada, y salpimetada se ponía en la parrilla y con pan blanco y tierno, y vino de la tinaja se "mataba" el hambre hasta la hora de las gachas que solía ser la comida fuerte del día.
Después de comer, cuando habían pasado 12 o mas horas y la carne estaba absolutamente fria, el carnicero recortaba los jamones, sacaba los lomos, la manteca, todo cuidadosamente pieceado. La sangre, la manteca y la cebolla hervida para las morcillas, así como la carne y el tocino para los chorizos, adobado todo ello en cumplidos lebrillos de loza con sus correspondientes especias, se dejaba reposar para elaborar los embutidos al día siguiente, por que resultan -se decia- mas sabrosos.
Ah, en la sobremesa se acostumbraba a concertar qué vecino y cuando convenía celebrar la próxima matanza, para hacer otra fiesta.

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Ya puesto, diré que unas "gachas de matanza" solo se diferencian de las que se cocinan durante todo el año (ahora incluso en restaurates de todas las categorías) en que junto con los trozos de tocino se frien otros de hígado del mismo cerdo y con una punta de especias de las utilizadas para el embutido, bien machacado todo en un mortero, se añade a las gachas antes de romper a hervir y al final les da un sabor muy especial, y si pican un poquitín ¡qué güenas!.

Saludos, amigos, y hasta otra.
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9 oct 2010

Sencillamente genial...

Acabo de ver por la "tele" cómo se cocinan unas judías secas, blancas, en una casa de un pueblo de Aragón. Lo que no he oido decir es el nombre del guiso. No se si son "judías estofadas", "habichuelas guisadas"... no lo se. Se que se trata de un plato muy sencillo, fácil de hacer, ya que la guisandera les ha puesto pocos ingredientes; una cabeza de ajos, dos hojas de laurel, aceite de oliva, media cebolla, morcilla, chorizo y creo que nada más.
Lo que me ha hecho mucha gracia es la exclamación de la cocinera, cuando en sus últimos hervores, a punto de retirarlas del fuego, las ha catado. Y es que, con ese gesto característico que solemos acompañar la aprobación de algo que nos sabe bien, la buena señora ha dicho: ¡Están que hablan!. Ingeniosa la frase, ¿no?.
Después, he recordado a nuestras madres (en particular la mía) cuando de jóvenes nos animaba a comer y nos decía: "Comer, que este guiso resucita a un muerto" igual si era un "potage de Semana Santa con garbanzos y bacalao" que "capón en pepitoria". Ella sabria lo que le ponía para estar tan rico.
Podría recordar muchas mas frases ingeniosas, pero hoy me quedo con la última que he oido por que me ha encantado, la verdad.

Bueno, condios.
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7 oct 2010

Televidente por placer

No se si me arrepentiré, pero he cogido una excedencia o baja temporal voluntaria, como televidente frustrado. Debo decir, también, que nunca me consideré un adicto a la televisión, ni siquiera a las retransmisiones de partidos de fútbol, baloncesto o tenis, que son deportes por los que tengo cierta debilidad. Me recreo, disfruto, viendo alguno de los partidos o carreras de motos y documentales sobre modos y costumbres de los pueblos incluso los referidos a la vida animal en general, siempre que puedo. Es decir, que intento ser televidente por placer, que no por vicio.
Hasta hace poco, la mayor parte de mi "tiempo libre" lo invertía en preparar las clases de "erigmofonía", para la rehabilitación de laringectomizados por cáncer de laringe, en centros especializados, con los que estaba (aun lo estoy) comprometido. También he participado de charlas-colóquio en los Institutos de enseñanza recundaria (ESO) con motivo de las campañas antitabaco, informando a los escolares (adolescentes) acerca del "efecto tabaquismo" y en todo ese tiempo la televisión, para este humilde mortal, casi no existía. Tanta actividad, estando jubilado, no solo me ha enriquecido personalmente, si no que ha mejorado significativamente mi calidad de vida a nivel familiar y socio-vecinal.
Pero veamos por qué me he tomado un tiempo de espaldas al televisor: Como soy de carne y hueso y a mis años no dejo de hacer cosas, al sentirme cansado me acomodaba en el sillón y para no dormirme cogia el mando a distancia y daba un "paseo" por los canales mas vistos ¡que horror!: los noticiarios ocupan su espacio enseñando muertos por todas partes, políticos corruptos (menos mal que son presuntos, todavía) incluso gobernantes amenazando constantemente con que lo peor de la crisis no se conoce aún.... etc.
Sobre los programas de entretenimiento -dicen- solo daré dos nombres (personajes públicos por vocación) para que nadie se enfade conmigo y me acuse de invasor de intimidades. Entre las aventuras de Dinio "El cubano", desde hace unos años, y las cómicas y no menos extravagantes peripecias sobre la vida y la "suerte" de Belén Esteban, contado todo ello por equipos de "trituradoras/es a sueldo" bien engrasadas, aguantar dos horas de televisión sin cerrar los ojos ni ruborizarse, tiene su mérito.
Yo abandono, lo siento.
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