20 sept 2010
Uno solo contra muchos
Para superar mi profunda tristeza, por el reciente fallecimiento de SU SEÑORIA Dn. J. A. Labordeta, además de recordar el sencillo y graciso lenguaje castellano-aragonés que solia utilizar en todas sus intervenciones, he recurrido a rememorar aquella increible serie de televisión llamada "Un pais en la mochila", ya que entendí que cada uno de sus capítulos discurría por hermosos lugares de esa España rural que tantos jóvenes (familias enteras) abandonamos por necesidad, o conveniencia, y que no olvidaremos nunca.
Su señoría, José Antonio Labordeta (yo le tenía por un hombre sabio y un poco "loco") en su lento caminar se encontraba con gentes rústicas, la mayoría personas mayores de aspecto cansado que al verle aparecer se venían arriba y celebraban su presencia con gran alegria ofreciéndole calor familiar, lo cual da a entender que para ellos no era un visitante desconocido. En sus conversaciones con esas gentes tan hospitalarias, acogedoras, muchísimos españoles según el lugar que visitara nos sentíamos identificados y más cerca de lo que son y serán siempre nuestros propios orígenes. Este SEÑOR, ya que señor lo era un rato y con mayúsculas, por donde pasaba, aunque le gustara usar el buen humor para no aburrir ni aburrirse, como profesor de Geografía e Historia, las enseñanzas que nos regalaba sobre la vida y costumbres en esos lugares, todas ellas eran realidades auténticas, aunque ahora parezca increible o quiera ignorarse.
Además de verlo yo como un hombre sin dobleces, llano, sencillo, inteligente, de hipócrita o cobarde tendría poco cuando se atrevió a mandar "A LA MIERDA, JODER" en voz alta a quienes desde la prepotencia, la soberbia, intentaban entorpecer una de sus intervenciones en el Congreso de los diputados.
No se si por ser como era, su alma habrá ido a parar al cielo o al infierno, lo que si se está demostrando (haciéndose público) estos días es que -esté donde esté- millones de españoles mantenemos vivo su recuerdo y para su bién pedimos que descanse eternamente y en paz.
Tampoco se si todos somos irrepetibles, Él seguro que sí lo era.
Saludos.
Caoba
Su señoría, José Antonio Labordeta (yo le tenía por un hombre sabio y un poco "loco") en su lento caminar se encontraba con gentes rústicas, la mayoría personas mayores de aspecto cansado que al verle aparecer se venían arriba y celebraban su presencia con gran alegria ofreciéndole calor familiar, lo cual da a entender que para ellos no era un visitante desconocido. En sus conversaciones con esas gentes tan hospitalarias, acogedoras, muchísimos españoles según el lugar que visitara nos sentíamos identificados y más cerca de lo que son y serán siempre nuestros propios orígenes. Este SEÑOR, ya que señor lo era un rato y con mayúsculas, por donde pasaba, aunque le gustara usar el buen humor para no aburrir ni aburrirse, como profesor de Geografía e Historia, las enseñanzas que nos regalaba sobre la vida y costumbres en esos lugares, todas ellas eran realidades auténticas, aunque ahora parezca increible o quiera ignorarse.
Además de verlo yo como un hombre sin dobleces, llano, sencillo, inteligente, de hipócrita o cobarde tendría poco cuando se atrevió a mandar "A LA MIERDA, JODER" en voz alta a quienes desde la prepotencia, la soberbia, intentaban entorpecer una de sus intervenciones en el Congreso de los diputados.
No se si por ser como era, su alma habrá ido a parar al cielo o al infierno, lo que si se está demostrando (haciéndose público) estos días es que -esté donde esté- millones de españoles mantenemos vivo su recuerdo y para su bién pedimos que descanse eternamente y en paz.
Tampoco se si todos somos irrepetibles, Él seguro que sí lo era.
Saludos.
Caoba
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