16 jun 2011

De entre las arrugas de la vejez

Como a cierta edad (hablo de edad avanzada) ya no se está para casi nada, si la salud lo permite es tiempo de disfrutar de ese merecido descanso al que los años de actividad dan derecho, sin dejar de hacer aquello que nos guste, produzca bienestar y endulce nuestra calidad de vida. En mi caso particular, con un pelín de vanidad pero con orgullo, me paso las horas releyendo escritos de personajes y plumas acreditadas, referidos a la tarea llevada a cabo por éste pobre mortal consistente en luchar para superar su propio cáncer, primero, y adquirir conocimiento suficiente para poder ayudar después a otros a vencer el suyo.
Hoy me permito transcribir unos párrafos de un escrito, aparecido en las páginas de opinión de LA VANGUARDIA el día 3/3/92, titulado "Mis amigos vivos (I)" y firmado por el llorado profesor de periodistas, don Horacio Sáenz Guerrero (e. p. d.). El escrito habla de unos jóvenes oncólogos, entre ellos un sobrino suyo, y del afán de éstos por dar cumplida respuesta a una enfermedad que puede ser tan atroz como ninguna otra... Dice que los jóvenes oncólogos le contaron historias apasionantes, historias de seres humanos cuya presencia, quizás por cobardía insconciente, la sociedad no ha sabido reconocer ni qué hacer de su existencia entre nosotros".
"Francesc Casas (copio literalmente) me ha proporcionado un libro como complemento de sus informaciones, un libro en el que se cumple la maravilla de abrirnos el corazón a nobles turbaciones nuevas. En apenas un centenar de páginas A. C. H. cuenta su experiencia de enfermo, de laringectomizado, de convaleciente, y en la culminación del rescate por sí mísmo efectuado para reintegrarse con lo que él llama "su otra voz", al mundo de los dotados ¡ay! para usos abominables, de voz natural. C. dedica el trabajo a su esposa M.J. con éstas palabras: "A mi lado y sin un mal gesto ha compartido conmigo el brutal azote que me produjo el cáncer de laringe, haciendo suya mi propia preocupación".
Aunque el escrito dice mucho más, acabaré con una reflexión-promesa suya que dice así: "Me propongo resumir en un futuro próximo algunos capítulos que más me han impresionado y más realidades me han descubierto".
Ya no se si pudo cumplirlo, pues don Horacio era ya muy mayor y con escasa salud. Hace tiempo que no está entre nosotros, lo siento.

Otro día contaré lo que dijeron otros.

Condios.
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