29 nov 2011
MENTIRIJILLAS
Mentir, en mi opinión, es el gran defecto o debilidad de personas inseguras, o huidizas, como son las que utilizan el equívoco para objetar razonamientos ajenos. Otros usan la mentira para tapar sus propias carencias. También hay quién cree que la verdad -según qué casos- puede sentar mal y herir al otro, así como para conseguir favores, no siempre merecidos, de personas excesivamente confiadas.
Sin embargo, no somos pocos los que mas de una vez hemos mentido por algo incluso la hemos justificado por ser para aliviar o consolar a alguien que sufre. A veces se trata de "mentirijillas" utilizadas desde muy temprana edad, celebradas por ingenuas e inofensivas.
Cuando me da por hacer repaso de alguno de los episodios que han ido conformando mi modesta personalidad, o el voluminoso catálogo de experiencias que llevo a mis espaldas, una de las mentiras que mejor recuerdo me dejaran es la que utilicé (aconsejado, por cierto) al día siguiente de mi incorporación al SMO (servicio militar obligatorio). Esto fue al desembarcar en le estación de destino, estando ya formados los quintos en el anden, para subir a los camiones que nos trasladarían al cuartel, pasando lista para comprobar que estábamos todos, el cabo encargado de ese servicio que era de mi mismo pueblo, al verme y saludarme, en un pequeño aparte y en voz baja me dice:
- Escucha bien esto; mañana, un oficial os tamara la filiación para una vez terminado el reglamentario periodo de instrucción adjudicar los destinos a cada uno de vosotros. Cuando te nombre a tí y te pregunte por el oficio que tienes ¡ni se te ocurra decir que trabajas en el campo!. Tú dices que eres escribiente y no te preocupes porque tampoco te van a pedir explicaciones.
Bueno sí, pero si me cogen en esa mentira nada mas llegar, aunque lo que me pase no sea grave, tampoco creo que sea la mejor manera de comenzar la mili, digo yo.
- Tú hazme caso a mí que yo se que no va a pasarte nada, puedes estar seguro. Ahora es que no tengo tiempo, pero mañana por la tarde a la hora del paseo vendré a verte y te explicaré todo lo que debes hacer y como hacerlo. Pero eso sí, mañana no olvides lo que te he dicho sobre la filiación y el oficio que tienes, ya que eso es fundamental, ya lo veras.
Mi paisano, el cabo, me conocía bien porque aunque era dos años mayor que yo habíamos ido al mismo colegio en el pueblo. Nuestras familias tenían un trato amistoso y de vecindad muy cercano, y estoy convencido de que lo que él pretendia que hiciera era por ayudarme, sin duda. Tal es así que aquella mentira me sirvió primero para evitar que me destinaran a una compañía de obras y construcciones, con lo cual cumplí los dos años de mili en una oficina en calidad de "auxiliar administrativo". Y por otra parte, para mí muy importante, en ese tiempo aprendí cosas que no tuve tiempo de aprender en el colegio. Y como mi salud no era de diez, a partir de entonces comencé a mirar el trabajo en el campo con cierta desafección, lo reconozco. Claro, que también eran otros tiempos. . . . . . . . .
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