11 dic 2014

Madres

"El inmenso caudal de amor de las madres, 
no siempre es valorado por los hijos como merece"





     A todo lo largo y ancho de mi vida he disfrutado del amor y la calidez del instinto maternal que desprende el aliento de cuatro madres de generaciones sucesivas y en linea directa respecto del nexo familiar o de parentesco de todas ellas. Y aunque sea someramente, en la medida que pueda evitar sentimentalismos e inútiles sensiblerías, intentaré evocar lo mucho que significaron desde siempre las cuatro para este humilde mortal, cada una en su papel de; abuela, madre, esposa y hija que también es madre.
      Hoy toca hablar de la primera, de mi abuela María vía materna, a quién mis padres confiaron el que fuese a vivir con ella una vez cumplidos los dos primeros años de mi vida hasta los cinco a seis que era la edad apropiada -se creía entonces- para ir a la escuela. Mi abuela era una mujer de complexión fuerte, metida en carnes pero no excesivamente gruesa, y con una personalidad singular. Quienes la conocía bien comentaba que era una mujer muy activa, con carácter firme y muy generosa a la hora entregarse a los demás. Además era, también, muy ordenada y extraordinariamente aseada; cuidaba mucho su imagen y presumía de ser buena cocinera. Quizás que por ser la de mas edad entre sus hermanas y viuda con hijos, asumió de buen grado el matriarcado que le confiriese el resto de la familia. Con lo cual potenciaba su personalidad y reafirmaba el liderazgo contraído al tiempo que se hacía acreedora del respeto y el afecto de los que de una forma u otra dependían de ella. Pues eran pocas las cosas que se decidían en el ámbito familiar sin su influencia y menos sin consultarle. 
       Mi abuela María, con sus tres hijos solteros (ninguno solterón vocacional) vivían en un barrio obrero que la empresa del ferrocarril había construido en terrenos de la misma estación, para facilitar vivienda a sus empleados. Y mi abuelo, no se si por antigüedad o por ejercer de mando intermedio, fue uno de los primeros beneficiarios de una de esas viviendas. Beneficio, o derecho, que la empresa le respetó a su viuda, ya que uno de mis tíos ocupaba el puesto que quedó vacante al morir mi abuelo. 
       Como ya he señalado, con ellos pasé los primeros años de mi niñez y fui muy feliz. Pero al cumplir los seis años, como los colegios estaban ubicados en el casco urbano, viviendo con mis padres lo tenía mas fácil para escolarizarme. Y así pude aprender a garabatear mis primeras letras sin tener que hacer largos e incómodos desplazamientos. Ahora, cuando ha pasado mucho tiempo, unas veces despierto y otras entre sueños, aun recuerdo como algo cercano aquellos años en que mi abuela María me acunaba sobre sus brazos y me besuqueaba la frente antes de llevarme a la cama. Tal vez lo hiciera siguiendo algún ritual respecto a la educación recibida de sus mayores o porque, al hacerlo, rememoraba sus años de madre que había criado cuatro hijos y sabía que con ello "mi niño" como le encantaba llamarme, dormiría sin congojas ni miedos fantasmagóricos. Mas de una bronca se llevó la sirvienta porque si ésta me cogía para dormirme, siempre me cantaba una nana que decía:
"Duérmete guapo 
que viene El Coco
 y se lleva a los niños 
que duermen poco"

      Y claro, con esa letra, cuando el sueño me vencía me quedaba dormido abrazado a ella por temor a que llegase El Coco y me llevara con él.
         Mi abuela María, como la mayoría de mujeres de aquellas viejas generaciones, no sabía leer ni escribir. Solo tenía la formación que se adquiere ejerciendo "sus labores", cuidando su casa y dando cariño a los suyos. Ella, como no tenía marido, tenía que administrar la economía familiar consistente en el jornal de cada uno de sus tres hijos (no se si cobraba algo por ser viuda de un mutilado de un brazo en accidente laboral) y aunque los ingresos no fuesen muchos, como estaba acostumbrada a echarle imaginación y contar con los dedos, fue capaz de reunir unos ahorrillos para la vejez. La prueba es que mis tíos se independizaron y ella, en su casa,  se mantuvo sin excesivas estrecheces hasta el final de sus días.
         Ahora, desde la distancia en el tiempo, sin el remordimiento de haber sido el peor de sus nietos, sí creo que no supe apreciar las caricias de que fui objeto esos años de mi niñez a su lado, ni corresponder al infinito amor recibido de ella hasta que murió. Sin embargo, de lo que estoy convencido es de que nosotros, los abuelos de ahora y de siempre, celebramos las gracias de nuestros nietos y nos ilusiona verles crecer. Y mi abuela María pudo ser un buen ejemplo.
3 dic 2014

Adolescentes




"La personalidad del ser humano se conforma 
en la adolescencia o la edad del pavo"







   
En los años treinta y hasta finales de los cincuenta del siglo XX, en las amplias zonas rurales del centro geográfico de nuestro país donde se concentra la población más rústica y muchas veces ignorada, los muy jóvenes y adolescentes de aquella etapa y que aún capeamos los bandazos de la vejez, a poco que forcemos la memoria encontraríamos episodios tan insólitos -por no llamarles otra cosa- que justificarían lo complejo y difícil que nos ha resultado conformar nuestra personalidad. No solo por la huellas que en muchos de nosotros dejaran los horrorosos efectos de la guerra civil (1936-1939) que también, si no porque las carencias de la post-guerra fueron tantas, que aquello no parecía terminarse nunca.

     Entre tanta pobreza y miseria, conforme fuimos creciendo, nos íbamos despegando de aquél retraso integral al que nos condenaba tanto infortunio, con el deseo de avanzar e intentar llegar lo antes posible a alguna parte. Nuestros mayores, para que no perdiésemos la esperanza, nos intentaban consolar con ese refrán popular que dice; "No hay mal que cien años dure". Pero la inquietud propia de la juventud,  a los que íbamos cumpliendo la mayoría de edad y haber tenido que salvar tantos imponderables, nos sirvió de lanzadera para huir hacia adelante libres de ataduras y sin sentimiento de inferioridad. Algunos, entre los que no me importa incluirme, nos aventuramos a salir hacia lo desconocido sin el pleno convencimiento de que obrábamos bien. Y eso fue así debido a que la falta de formación nos limitaba la capacidad de decisión de cara a orientar nuestra vida hacia un futuro mejor que el que nos ofrecería nuestro propio lugar de origen. Pues la lejanía de un horizonte mínimamente halagüeño era tal, que nos lo mostraba cada vez más distante y casi imperceptible. Y ese recelo nos mantuvo inertes e inmovilizados dentro del ámbito familiar y doméstico en que cada cual teníamos nuestro techo mas o menos asegurado.

     Es justo recalcar, insistir que en aquél tiempo hubo gente que por diversos motivos emigraron a otros pueblos, igual dentro que fuera de nuestras fronteras, dando lugar a que se deshabitaran amplias zonas rurales en perjuicio de las poblaciones mas pequeñas. Familias que vivían de lo que producían unas pequeñas parcelas de terreno cultivadas por ellos mismos. De ahí que los jóvenes intentaran dirigir sus pasos hacia núcleos urbanos, lugares industrializados y mucho más prósperos, que tuviesen algo digno que ofrecerles. Gentes que con el tiempo se adaptaron a las costumbres del lugar de destino y no volvían a su tierra de origen salvo en épocas de vacaciones.

     No obstante y a pesar de el fenómeno de la emigración, hay que felicitarse de ver que a esa otra gente del agro español, que se resistieran a abandonar el campo y al amparo de la previsible mecanización de los trabajos agrícolas y por supuesto la ganadería, los excelentes medios de transporte para mercancías, así como la facilidad para comercializar los productos autóctonos.  Todo ello junto a la confianza de ver elevados los niveles de producción igual en cantidad que en calidad, hizo que su esfuerzo fuese suficientemente rentable y a la vez reconocido. La mejor formación del agricultor significó que el mundo rural sea actualmente tan respetado como cualquier otro.

       Igualmente hay que reconocer que muchos de nosotros, quién nos aventuramos a correr el riesgo de equivocarnos, aun no hayamos encontrado ni un solo motivo para arrepentirnos de hacerlo como lo hicimos. Sin que la decisión tomada haya significado que nos olvidáramos de donde venimos.

      Pues recordar lo mejor de nuestra infancia y adolescencia, por dura que fuese, representa mantener vivos nuestros principios desde lo más elemental. Y hacerlo desde la distancia (un montón de leguas) y habiendo pasado tantos años, solo puede explicarse desde el corazón mismo. El afecto hacia lo que, sentimentalmente, nos es propio no caduca nunca.





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20 nov 2014

Fe, esperanza y poco más

"Algo habrá que hacer mejor, 
para que los creyentes no perdamos la fe".



    Si lo que se cuenta a los cristianos de buena fe desde los púlpitos sobre la existencia de Dios es cierto y la muerte y resurrección de Jesucristo también, siendo éste hijo de una familia tan pobre (recordemos donde nació) muchos entraríamos en las iglesias para encontrarnos con Él y pedirle que encabece las manifestaciones en las que se reivindica sobre todo justicia social. ¡Qué mejor que los pueblos, de la mano del Dios Todopoderoso se interesen por esos millones de ciudadanos del mundo que pasan hambre, frío y sed, muchos de ellos enfermos crónicos condenados a malvivir desatendidos y a terminar prácticamente ignorados!

-     Una limosa, por el amor de Dios -imploraba una mujer joven, con un niño en sus brazos, a la puerta de la iglesia parroquial del barrio-.

-     "Perdone, por Dios" -era la respuesta mas frecuente de los fieles que acudían a la misa dominical-. Muchos de ellos, ni la miraban.

   Ante una situación de crisis económica y de valores, tan despiadada como la que estamos sufriendo, nuestro padre celestial castigaría -sin duda- a los avariciosos, que escudados en el reclinatorio y la confesión, en nombre de ese mismo Dios misericordioso, se abrazan como lapas al capitalismo irreflexivo y especulador que actualmente domina al mundo moderno.
    Para los creyentes, el Dios creador del universo debería utilizar toda su fuerza contra esos individuos envilecidos, que con el poder y el dinero públicos que sus convecinos han puesto en sus manos, disfrutan humillando las clases mas modestas y desasistidas de la sociedad. Y si Jesucristo, como se predica insistentemente, repito, vive dentro de todos nosotros, pocos serán los que duden que Él pondría freno a tan sangrante injusticia social y haría que todos fuésemos más humildes, mas humanitarios y por supuesto mucho mejores de lo que somos. Es más, si los cristianos de buena fe se lo piden, cuando el hambre y la miseria amenaza a más de media humanidad, con el dinero acumulado por esa minoría rebosante de poder y de riquezas, exenta de escrúpulos y con el alma podrida por la avaricia, el hijo de Dios les obligaría a confesarse y poner a disposición parte de lo que les sobra (¡Ojo! solo de lo que les sobra) para que gobernantes decentes, desde la administración pública, hiciesen el mejor uso de ello.
    Pues con ese capital sobrante, administrado -insisto- por gente capacitada y honesta; gente como Dios manda, sería más eficaz la lucha hacia la erradicación de la desenfrenada y brutal depresión económico-social que sufren tantos pueblos  y tantas familias, todos hijos de Dios, por culpa de los corruptos. Es decir; viviríamos en un mundo humanizado, que acepta la diversidad y lucha contra todo lo que se oponga a crear un espacio donde los hombres/mujeres nos respetemos y podamos convivir felizmente.




   Lo triste es ver con qué descaro y desfachatez, los políticos -poco importa el color y las siglas que luzcan- nos mienten para llegar al gobierno y una vez alcanzado el poder, la buena fe de pueblos enteros es ignorada olímpicamente incluso traicionada. Políticos empeñados en obtener dividendos a toda costa, sin importarles quién ni cuántas familias quedan tiradas en las cunetas.
   De ahí que la valoración de los ciudadanos respecto de los políticos, en general, sea de absoluto rechazo. Y lo que es todavía más grave; que al paso que vamos, si nadie cargado de razón da un puñetazo en la mesa y dice ¡basta!, ni con la ayuda de Dios las generaciones que nos sucedan podrán hacer mucho más, por aliviar la pobreza, de lo que se hace ahora.

   En cualquier caso no desesperemos, porque todo tiene un límite. Y como decían mis abuelas:

"Con fe y esperanza,
a la larga,
todo se alcanza"

   Mantengamos pues la fe a ver si la Divina Providencia, harta de presenciar abusos e injusticias, se apiada de todos nosotros y en particular de los más necesitados. A ver. . . .
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7 nov 2014

Pajarracos



"Tan sabia es la naturaleza, que hasta 
a lo mas malo le concede utilidad"




     Confieso que todas las aves me parecen bonitas excepto aquellas de mayor tamaño, feas y con nombre desconocido. Es decir, aves a las que mi pequeño Sopena denomina pajarracos. Otra de las aves que sin ser grande ni fea me cae fatal es la Gabiota. Y no es que odie a ninguna en particular, hasta el extremo de desear su extinción, ni mucho menos. Se que la naturaleza es sabia y seguro que, en según qué aspecto, a todas les otorga algún beneficio.
     Pero como mi curiosidad por lo desconocido no tiene límite, sigo leyendo y veo que otra definición del palabro pajarraco es; "persona disimulada y astuta". Por lo que deduzco que a los individuos disimulados y astutos, esos que suelen pasarse de listos, si sus marrullas son descubiertas, llamarles pajarracos no es insultarles. Y como esas personas que usan la astucia por encima de su capacidad personal y aprovechan cualquier oportunidad para medrar, se trate de políticos con cargo, funcionarios puestos a dedo, banqueros sin escrúpulos, arquitectos iluminados, presidentes de inmobiliarias y clubes de fútbol, etc. con la que está cayendo no me queda otro remedio que referirme a ellos y la tropa de seguidores -ellos sabrán por qué- les ríen las gracias incluso les aplauden.

     -Ya has visto como viene Alejandro? ¡Qué diferente! Con la imagen pobretona que daba cuando se marchó -decía una vecina a mi esposa refiriéndose a quién había compartido con ellas vecindad y juegos de infancia-.

     - Si, ya lo he visto -respondió mi mujer- y cuando por educación le he saludado, mirándome con cierta indiferencia, me dice que casi no me conocía (ríen las dos). Claro que yo no tuve contacto con él aunque fuésemos vecinos de toda la vida. Nuestros padres si tenían trato, pero tú sabes muy bien que a mí nunca me gustaron las maneras de ser de Alex. Siempre me pareció un estúpido, fanfarrón, y si podía lo evitaba.

     Alex era un hombre fuerte físicamente, sin estudios ni formación profesional alguna, pero tan vividor como el que más. Y como las tareas agrícolas le eran penosas, siendo aun joven se marchó a buscarse la vida en otra parte. Creo que tuvo suerte y se colocó en una gasolinera en las afueras de un pueblo de la provincia de Valencia. Al poco tiempo se supo que se casó con una hija del dueño del surtidor. Y como el suegro era una persona con influencia política, en las elecciones municipales de aquél pueblo lo puso en la lista del partido de sus preferencias y el pollo obtuvo una concejalía en el Ayuntamiento.
     De tanto en tanto venía a su pueblo a visitar a la familia y aprovechaba para hacerse notar por sus logros entre sus paisanos, recorriendo bares y tabernas para no verse solo, ya que amigos en el pueblo dejó muy pocos.

     - ¡Hombre, Paco! Qué alegría verte. ¿Como estás? -dijo Alex a un viejo conocido tendiéndole la mano-.

      - Hola, yo también me alegro de verte -le respondió cortésmente este paisano- Ya sabía que estabas en el pueblo, pero no te había visto. ¿Ese descapotable azul que hay aparcado en la calle es tuyo?.

     - Sí, y tuyo también. Lo tengo ya cierto tiempo -añadió- pero lo uso poco, ya que los concejales en nuestro Ayuntamiento, siempre tenemos un coche oficial disponible. Si te gusta y quieres probarlo, toma las llaves y das una vuelta con él.

      - No, muchas gracias. A mí me gustan los coches pero me conformo con llevar mi todoterreno y el tractor agrícola que tenemos en casa. Y a ti te deseo que lo disfrutes con salud.

      La frialdad con que respondían los paisanos de Alex al saludo de éste, y el desinterés que evidenciaban al escucharle, no cabe duda de que todo era fruto de la antipatía que él mismo había acumulado antes de marcharse. También, porque algunos de los que mejor le conocían asociaban -con razón o sin ella- su inmersión en la política para enriquecerse, precisamente cuando el clima de corrupción está asfixiando a más de medio país.
      De ahí que las visitas a su pueblo acostumbrara a hacerlas casi siempre solo y para pocos días. Su esposa y una hija que tenían se cansaron de acompañarle ya que, excepto para algún familiar cercano, para la gente del pueblo nunca dejaron de ser forasteras.













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5 oct 2014

Competencia televisiva

"Las televisiones funcionan mejor o peor 
según aumentan o disminuyen las audiencias"



     Hay personajes televisivos que, aunque no lo parezca, son de carne y hueso como los demás mortales, con sus debilidades y sus vicios, también con sus sentimientos y sus aficiones. Y algunos de estos "personajes", los de la tele en particular, según en el ámbito o entorno en que se mueven, si se dejan llevar por su ignorancia o fantasías, igual encuentran acomodo en cualquier programa que sea adecuado para lo que ellos pretenden o quieren hacer. Veamos, si no, un par de ejemplos de gran tirón en la pequeña pantalla.

El primero que se me ocurre se convirtió en "Princesa del Pueblo" por méritos propios, cuyo título, para el canal que la ha proyectado,  no deja de ser un verdadero acierto. Pues no se olvide que las audiencias mandan mucho. Y mientras la imagen, el  modo de ser y decir del personaje en cuestión interese a la gente, como llena todos los días, seguirá en plantilla y cobrando lo suyo.

     Y otro tanto ocurre con quién se conoce como "La Fantástica", auténtica maestra en manejar y administrar sus propias fantasías, valga la redundancia,  a la hora de exhibirse. Claro que esta última se desenvuelve a un nivel mucho mas lustroso que el de la primera, sin que ello signifique que aquella sea culpable de no haberse educado en buenos colegios, como sí pudo hacer esta. Esta última dice haber pasado por la Universidad y hacer biología aunque no ejerza. Mientras la otra -según confiesa ella misma- es hija de una familia humilde, que a muy temprana edad tuvo que ponerse a trabajar para aportar ayuda económica en casa. 

     Lo mas importante, y ese el mayor mérito, es que las dos se hayan igualado respecto a su calidad de personaje público y hayan alcanzado parecida fama empleando sus particulares habilidades. Y como con su actitud, ni la una ni la otra hacen daño a nadie, ambas tienen el reconocimiento de una audiencia fiel y numerosa todos los días, que es lo que importa a quién les paga. Además, se nota que les divierte su trabajo incluso son conscientes de que entretienen a mucha gente y eso es de agradecer.

     Sin embargo otros personajes, por cierto también mujeres, merecerían mas espacios en los medios de comunicación, para que la gente comprobara que son igualmente de carne y hueso aunque tampoco lo parezca. Me refiero a esas primeras damas de la política, todas ellas de la misma cuerda ideológica e igual autoridad en la ciudad donde ejercen el poder, que cuando aparecen en escena, sea por exigencias del guión o por decisión propia, pocas veces pasan desapercibidas al no saber disimular su falsedad, ya que con el poder que atesoran, actúan sin importarles si hieren o no los sentimientos de los demás incluso los de sus propios y bienintencionados avalistas. Es decir; el de los conciudadanos suyos que con una simple papeleta en una urna, con la mejor voluntad, las elevaran al lugar que ocupan.

     Ahora, por si faltaba algo, aparece otra señora con autoridad en el mundo de la política y la empresa -creo que tiene varias-  diciendo que ella como empresaria con experiencia "no contrata a mujeres de entre veinticinco y cuarenta y cinco años de edad, porque pueden quedarse preñadas y ser un problema para la buena marcha de sus negocios".

      A este último personaje no puedo, ni quiero, dedicarle ni un minuto más porque, además, dice ser madre de seis hijos porque ella sí pudo y quiso.  Y si no quiero dedicarle una línea más sobre lo que pienso de ella es porque si lo hago se me dispararía el teclado del ordenador.

     Solo añadiré que es vergonzoso y hasta repugnante lo expresado por este último "personaje", especialmente por ser mujer y madre. Pero es lo que hay.






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