26 ene 2007
SIGNOS DE ALARMA
Generalmente cuando los enfermos de garganta vamos a consultar al médico sobre lo que nos pasa, solemos hacerlo con cierto retraso y en muchos casos demasiado tarde. No acudimos a él hasta que las pequeñas molestias que venimos observando desde hace algún tiempo nos comienzan a preocupar seriamente. Es decir, que nos decidimos a consultarle cuando notamos que aquello que hasta ahora sólo habían sido leves trastornos, aparentemente sin importancia, se convierte en una especie de picor o escozor más o menos persistente, incluso en determinados momentos llegamos a sentir cierto dolor en algún punto concreto de la garganta.
Todos sabemos que padecer trastornos de garganta es algo muy común a toda persona y a cualquier edad. Lo que ocurre es que hay quien los padece con mayor frecuencia e intensidad que otras y por tanto merece una vigilancia mucho más severa, ya que si se deja pasar el tiempo y no son tratados debida y precozmente, podría causarnos problemas mayores, consistentes en: dificultad al tragar ciertos alimentos e impedir que la voz mantenga el tono característico en cada uno de nosotros. Algo que podría llegar a tener una significación preocupante.
No es que sepamos la causa que determina estas molestias, ya que averiguarlo es tarea exclusiva del médico, pero creemos que la dificultad al tragar sea culpa de una pequeña inflamación que ejerza alguna presión en el tubo digestivo (esófago) y produzca ese daño. Y una anomalía del tono de voz, suele darse por intensa afonía, como consecuencia de irritación con inflamación en zona debilitada del órgano fonatorio.
Con todo, a muy pocos de nosotros -me refiero a quienes hemos experimentado este tipo de desarrreglos- se nos ocurre imaginar, que algo tan ligero pueda ser el origen de una enfermedad delicada y menos aún que sea un cáncer de laringe (permítanme este paréntesis para decir que va siendo hora de restar alarmismo a la palabra cáncer, y conceder la estimación que se da a cualquier otra enfermedad curable).
Se nos antoja que es algo pasajero, fácil de remediar con alguno de los "remedios balsámicos" que pueden adquirirse en cualquier farmacia sin otra disposición que la que nos dicta nuestra propia ignorancia y sin reparar en que la mayor parte de esos compuestos balsámicos o calmantes sólo sirven para retrasar inútilmente nuestra visita al médico.
Convedría recordar que las personas más expuestas a contraer estos desarrreglos de garganta, según los propios médicos, son aquellas que consumen gran cantidad de cigarrillos al día y quienes toman asidua o regularmente bebidas alcohólicas, aunque esto último no sea en cantidad exagerada. Pues ambos productos sabemos que contienen sustancias nocivas para la salud de cualquier individuo, aunque se intente ignorar. También es frecuente que estos mismos trastornos los padezca quien desarrolla su actividad laboral o profesional en ambientes cargados de suciedad y contaminados por humos, polvo o algún tipo de ácido que pudiese contener componentes dañinos para el organismo. Y en menor proporción, pero que también suele darse, están aquellas otras personas a quienes su tarea cotidiana y diaria les exige hablar mucho y confrecuencia en voz alta como ocurre con cantantes, locutores y presentadores de los medios de comunicación hablados, así como a vendedores ambulantes o callejeros que necesariamente han de pregonar su mercadería de viva voz. Y suele ser en estos grupos, que utilizan el habla (la voz) en base a su propio trabajo, donde el simple cansancio del órgano fonatorio podría significar la aparición de alguno de los síntomas apuntados. Especialmente afonías intensas que no suelen ceder fácilmente al mero descanso o reposo -siempre recomendable- ni a ninguno de esos "consoladores" balsámicos que habremos adquirido por nuestra propia cuenta en cualquier farmacia.
Cada una de estas situaciones referidas a lo que pdiese suponer un motivo de riesgo admitiendo que puedan haber muchas más) constituye una razonable causa de preocupación. Y no digamos lo que se complicaría el problema, si más de uno de estos motivos se dan en una misma persona. Cosa nada difícil dada la interrelación que existe entre trabajo, alcohol y tabaco en muchas de nuestras actividades. Por tanto, es necesario estar muy atentos y antes de atormentarnos con la sospecha de si será o no delicado lo que nos molesta en la garganta, debemos acudir a nuestro médico y contarle lo que nos ocurre sin ocultar el más mínimo detalle para que sea él quien nos saque de dudas. Silenciarlo o demorar la visita al médico de cabecera, por no creerlo suficientemente justificado, sería por nuestra parte una tremenda torpeza, algo de lo que más tarde podríamos arrepentirnos. Y es que en los tiempos que corren no podemos caer en esos errores, sabiendo que cada día que pasa se dispone de mejores y más adecuados medios para verificar, controlar y tratar convenientemente cualquier enfermedad.
Pero insisto, no es que hayamos de ser temerosos en exceso, ni siquiera se trata de conceder demasiada importancia a esos pequeños trastornos de garganta, cuando aún nos molesta poco, lo que no podemos es ignorar voluntariamente lo que podría ocurrir si no hacemos caso a esas molestias propiciando que pase el tiempo sin consultar al médico y cuando lo hagamos sea ya tarde. Y es que, si aún se está a tiempo de prevenir y evitar un mal mayor, sería tremendamente perjudicial el negarnos a ser examinados por un profesional, para después tener que lamentarlo. Cualquier molestia o anomalía que observemos en la garganta, por leve y pasajera que sea, seamos consecuentes y vayamos al oto-rino-laringólogo para que sea él quien nos trate como convenga.
Todos sabemos que padecer trastornos de garganta es algo muy común a toda persona y a cualquier edad. Lo que ocurre es que hay quien los padece con mayor frecuencia e intensidad que otras y por tanto merece una vigilancia mucho más severa, ya que si se deja pasar el tiempo y no son tratados debida y precozmente, podría causarnos problemas mayores, consistentes en: dificultad al tragar ciertos alimentos e impedir que la voz mantenga el tono característico en cada uno de nosotros. Algo que podría llegar a tener una significación preocupante.
No es que sepamos la causa que determina estas molestias, ya que averiguarlo es tarea exclusiva del médico, pero creemos que la dificultad al tragar sea culpa de una pequeña inflamación que ejerza alguna presión en el tubo digestivo (esófago) y produzca ese daño. Y una anomalía del tono de voz, suele darse por intensa afonía, como consecuencia de irritación con inflamación en zona debilitada del órgano fonatorio.
Con todo, a muy pocos de nosotros -me refiero a quienes hemos experimentado este tipo de desarrreglos- se nos ocurre imaginar, que algo tan ligero pueda ser el origen de una enfermedad delicada y menos aún que sea un cáncer de laringe (permítanme este paréntesis para decir que va siendo hora de restar alarmismo a la palabra cáncer, y conceder la estimación que se da a cualquier otra enfermedad curable).
Se nos antoja que es algo pasajero, fácil de remediar con alguno de los "remedios balsámicos" que pueden adquirirse en cualquier farmacia sin otra disposición que la que nos dicta nuestra propia ignorancia y sin reparar en que la mayor parte de esos compuestos balsámicos o calmantes sólo sirven para retrasar inútilmente nuestra visita al médico.
Convedría recordar que las personas más expuestas a contraer estos desarrreglos de garganta, según los propios médicos, son aquellas que consumen gran cantidad de cigarrillos al día y quienes toman asidua o regularmente bebidas alcohólicas, aunque esto último no sea en cantidad exagerada. Pues ambos productos sabemos que contienen sustancias nocivas para la salud de cualquier individuo, aunque se intente ignorar. También es frecuente que estos mismos trastornos los padezca quien desarrolla su actividad laboral o profesional en ambientes cargados de suciedad y contaminados por humos, polvo o algún tipo de ácido que pudiese contener componentes dañinos para el organismo. Y en menor proporción, pero que también suele darse, están aquellas otras personas a quienes su tarea cotidiana y diaria les exige hablar mucho y confrecuencia en voz alta como ocurre con cantantes, locutores y presentadores de los medios de comunicación hablados, así como a vendedores ambulantes o callejeros que necesariamente han de pregonar su mercadería de viva voz. Y suele ser en estos grupos, que utilizan el habla (la voz) en base a su propio trabajo, donde el simple cansancio del órgano fonatorio podría significar la aparición de alguno de los síntomas apuntados. Especialmente afonías intensas que no suelen ceder fácilmente al mero descanso o reposo -siempre recomendable- ni a ninguno de esos "consoladores" balsámicos que habremos adquirido por nuestra propia cuenta en cualquier farmacia.
Cada una de estas situaciones referidas a lo que pdiese suponer un motivo de riesgo admitiendo que puedan haber muchas más) constituye una razonable causa de preocupación. Y no digamos lo que se complicaría el problema, si más de uno de estos motivos se dan en una misma persona. Cosa nada difícil dada la interrelación que existe entre trabajo, alcohol y tabaco en muchas de nuestras actividades. Por tanto, es necesario estar muy atentos y antes de atormentarnos con la sospecha de si será o no delicado lo que nos molesta en la garganta, debemos acudir a nuestro médico y contarle lo que nos ocurre sin ocultar el más mínimo detalle para que sea él quien nos saque de dudas. Silenciarlo o demorar la visita al médico de cabecera, por no creerlo suficientemente justificado, sería por nuestra parte una tremenda torpeza, algo de lo que más tarde podríamos arrepentirnos. Y es que en los tiempos que corren no podemos caer en esos errores, sabiendo que cada día que pasa se dispone de mejores y más adecuados medios para verificar, controlar y tratar convenientemente cualquier enfermedad.
Pero insisto, no es que hayamos de ser temerosos en exceso, ni siquiera se trata de conceder demasiada importancia a esos pequeños trastornos de garganta, cuando aún nos molesta poco, lo que no podemos es ignorar voluntariamente lo que podría ocurrir si no hacemos caso a esas molestias propiciando que pase el tiempo sin consultar al médico y cuando lo hagamos sea ya tarde. Y es que, si aún se está a tiempo de prevenir y evitar un mal mayor, sería tremendamente perjudicial el negarnos a ser examinados por un profesional, para después tener que lamentarlo. Cualquier molestia o anomalía que observemos en la garganta, por leve y pasajera que sea, seamos consecuentes y vayamos al oto-rino-laringólogo para que sea él quien nos trate como convenga.
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MI OTRA VOZ (1991)