En esta última semana se han dado noticias muy tristes y así hay que sentirlo. Por un lado se nos dice que Don Vicente Ferrer, ese gran personaje de las misiones cristianas, ha fallecido a los 83 años a consecuencia de un cáncer. Nos consuela, sin embargo, saber que la Fundación que lleva su nombre sobrevivirá a su ausencia. Pues ha realizado tan humanitaria obra entre los desfavorecidos, los más pobres, que ese pueblo que le llora hará el esfuerzo necesario para su ejemplo cunda entre los cristianos sin excepción.
Por otro lado, los asesinos de ETA siegan la vida a un hombre cuyo único delito es el de haber expuesto la suya para frenar el fanatísmo criminal de unos desalmados sin entrañas, sin saber lo que buscan con ello. Esperemos que los simpatizantes de esos cobardes no salgan con pancartas a la calle justificándoles. Y no puedo seguir escribiendo, pero sí quiero gritar: ¡Que en Paz descansen dos HOMBRES mucho más que ejemplares!.