20 nov 2009
GRACIAS A LA VIDA ...
Cuando se alcanza una edad en que suele ser tolerable, admisible, el incumplimiento de determinados compromisos por que es facil manejar como argumento cualquier "causa mayor" que justifique el descuido, u olvido involuntario, no debe desaprovecharse la ocasión de celebrar esas pequeñas cosas que nos hacen la vida mas llevadera y a las que solemos conceder tan poca importancia.
Ayer mismo -sin ir mas lejos- me desplacé a Vallirana a almorzar con unos amigos en un Retaurant próximo al Puerto del Ordal y recordamos algo de los buenos ratos que pasamos hasta establecer una amistad muy profunda, extensiva a nuestras familias, y sin fecha de caducidad. Solo éramos cuatro (todos jubilados) aunque de edades desiguales; entre sesenta y tantos el más jóven y ochenta y pico el menos jóven, pero ojo, sin aparentarlo.
Hace años que venimos a este mismo sitio y siempre quedamos comprometidos para volver, lo que dice mucho respecto del buen trato que se nos da, lo cual hace que casi todos nos excedemos en cuanto a cantidad de lo que tomamos.
El fuerte de la especialidad de la casa, al margen de las frescas y abundantes ensaladas verdes, está en la brasa, igual carne de pluma, que de pelo o de cerda incluso bacalao, como son profesionales y saben lo que hacen, con una pizca de all i oli está todo riquísimo. Además, acompañado con unas olivas de la orza, con unas judías blancas cocidas y pasadas por la sartén, y un vinillo blanco penedés, jóven y fresco, rematado con un café con o sin gotas, el resultado no puede ser mejor. Y como este tipo de encuentros ejercen de terapia milagrosa para curar el desánimo, quedamos -insisto- emplazados para un próximo almuerzo.
A nosotros nos merece la pena.
Saludos cordiales.
Andrés
Ayer mismo -sin ir mas lejos- me desplacé a Vallirana a almorzar con unos amigos en un Retaurant próximo al Puerto del Ordal y recordamos algo de los buenos ratos que pasamos hasta establecer una amistad muy profunda, extensiva a nuestras familias, y sin fecha de caducidad. Solo éramos cuatro (todos jubilados) aunque de edades desiguales; entre sesenta y tantos el más jóven y ochenta y pico el menos jóven, pero ojo, sin aparentarlo.
Hace años que venimos a este mismo sitio y siempre quedamos comprometidos para volver, lo que dice mucho respecto del buen trato que se nos da, lo cual hace que casi todos nos excedemos en cuanto a cantidad de lo que tomamos.
El fuerte de la especialidad de la casa, al margen de las frescas y abundantes ensaladas verdes, está en la brasa, igual carne de pluma, que de pelo o de cerda incluso bacalao, como son profesionales y saben lo que hacen, con una pizca de all i oli está todo riquísimo. Además, acompañado con unas olivas de la orza, con unas judías blancas cocidas y pasadas por la sartén, y un vinillo blanco penedés, jóven y fresco, rematado con un café con o sin gotas, el resultado no puede ser mejor. Y como este tipo de encuentros ejercen de terapia milagrosa para curar el desánimo, quedamos -insisto- emplazados para un próximo almuerzo.
A nosotros nos merece la pena.
Saludos cordiales.
Andrés
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