14 dic 2010
Recuerdos que alimentan.
Después de mucho tiempo jubilado me he propuesto ir algun dia a desayunar al mismo sitio donde fuímos durante mas de dos lustros a almorzar un grupo de trabajadores de varias empresas vecinas con los que mantengo una amistad cercana incluso familiar, a pesar de que con algunos hace treinta o más años que no nos vemos. Se trata de un pequeño Bar-Restaurant en un Municipio de Barcelona de los llamados "ciudades dormitorio" por su proximidad con la capital y estar rodeado de urbanizaciones. Todos hacíamos jornadas de muchas horas y el almuerzo lo aprovechábamos para encontrarnos y hacer un breve descanso con minitertulia incluida. Estábamos ya tan habituados a compartir ese rato que a cualquiera de nosotros, cuando no podíamos acudir, nos faltaba "algo", solíamos decir.
Ayer lunes, con mi esposa, fuimos a hacer una visita a otros amigos en otro pueblo de una comarca vecina y pasamos por la carretera donde está el citado y acogedor Restaurant, con las instalaciones ampliadas y muy mejorado. Regido por los mismos dueños de siempre, pero ahora jubilados están auxiliados por sus hijos. Como era sobre mediodia, las mesas estaban ocupadas casi al completo por una clientela que en gran parte era gente joven, también trajadores la mayoría. Todo está tan cambiado que al felicitarles por la renovación y mejora de las instalaciones, con el tono de buen humor que adorna a nuestros amigos J. y M. nos dicen: "Ya se nota que aquí lo único que ahora hay viejo es el nombre de la casa y nosotros . . . Le seguimos la gracieta y dije: Bueno, como veis, ahora mismo lo "viejo" no sois vosotros solos...
Antes de marcharnos les comenté el propósito de reunirnos los que podamos (ya no estamos todos) de aquél grupo y les gustó tanto la idea que, además de la emoción que les produjo, me prometieron prepararnos lo que acostumbrábamos a tomar cada uno, ya que aún creen recordarlo. ¡Qué gente más buena, por Dios!
Yo también prometo contarles cómo fué la fiesta, si conseguimos celebrarla, claro.
Ayer lunes, con mi esposa, fuimos a hacer una visita a otros amigos en otro pueblo de una comarca vecina y pasamos por la carretera donde está el citado y acogedor Restaurant, con las instalaciones ampliadas y muy mejorado. Regido por los mismos dueños de siempre, pero ahora jubilados están auxiliados por sus hijos. Como era sobre mediodia, las mesas estaban ocupadas casi al completo por una clientela que en gran parte era gente joven, también trajadores la mayoría. Todo está tan cambiado que al felicitarles por la renovación y mejora de las instalaciones, con el tono de buen humor que adorna a nuestros amigos J. y M. nos dicen: "Ya se nota que aquí lo único que ahora hay viejo es el nombre de la casa y nosotros . . . Le seguimos la gracieta y dije: Bueno, como veis, ahora mismo lo "viejo" no sois vosotros solos...
Antes de marcharnos les comenté el propósito de reunirnos los que podamos (ya no estamos todos) de aquél grupo y les gustó tanto la idea que, además de la emoción que les produjo, me prometieron prepararnos lo que acostumbrábamos a tomar cada uno, ya que aún creen recordarlo. ¡Qué gente más buena, por Dios!
Yo también prometo contarles cómo fué la fiesta, si conseguimos celebrarla, claro.
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