18 ene 2012
Consecuencia de la crisis...
Estos días se está viendo que en las grandes ciudades aumenta la oferta de habitaciones en alquiler. Tal vez sea porque hay familias profundamente afectadas por la crisis económica, a las que sus ingresos no alcanzan para cubrir los gastos que genera la vivienda unifamiliar que ocupan, sea ésta en propiedad o arrendada. Con mas motivo aún, si al costo que representa el uso de los servicios que requiere hay que sumar, en caso de ser propiedad reciente, la cuota de amortización de la hipoteca.
El alquiler de estas habitaciones, según el barrio donde esté ubicada la vivienda, suele ser de 200 ó 300 euros incluso más. Y sin entrar en si son poco o mucho, planteado desde la voluntad de ayudarse mutuamente, arrendatario y arrendador, puede solucionar o cuando menos aliviar el problema de ambos.
Hasta aquí nada que objetar si la medida -como se supone- es fruto de una necesidad compartida de carácter temporal y por supuesto contratado legalmente. Por ejemplo, acoger a estudiantes universitarios (chicas o chicos) venidos de diferentes provincias que de no ser así, durante el curso, tendrían que alojarse en Hogares o Residencias donde el régimen interior compromete a cumplir una serie de obligaciones no siempre fáciles de asimilar, ni siquiera acostumbrarse. También para gente que viene a realizar tareas de temporada y para profesionales contratados para un trabajo específico, etc.
Otra cosa sería si la necesidad obligase -como parece- a volver a revivir tiempos pasados (años 1950 - 1960) en que involuntarios "desertores del arado" como se nos llamaba a los huídos del campo, por falta de casa donde alojarnos hubimos de compartir un mismo piso entre dos o mas familias, hasta que conseguir un techo donde vivir dignamente. Tampoco hace tanto tiempo en que en los balcones de cualquier casa y en cualquier calle colgaban carteles donde podía leerse; "Habitaciones con derecho a cocina". En otros ponía; "se alquilan habitaciones solo para dormir". Y en parecidos términos se anunciaban todos los días en las páginas de los periódicos de información general.
Pero como todo tiene su por qué, aunque el tiempo pasa sin detenerse, el grupo de amigos jubilados que nos encontramos en el paseo matinal (la mayoría inmigrantes del mismo tiempo) nos preguntamos; ¿"por qué" ahora, en el siglo XXI, cuando hay millares de viviendas construidas y listas para habitar se encuentran vacías?. ¿No sería mejor, antes de malvenderlas, alquilarlas por cantidades razonables y a través de contrato legal de obligado cumplimiento, para mayor seguridad de las partes?.
Todos coincidimos en que los políticos elegidos por nosotros mismos, perteneciendo a generaciones jóvenes y mejor preparadas que la nuestra para defender -eso es lo que dicen- los intereses generales, por culpa de la brutal especulación inmobiliaria y la no menos brutal corrupción con que nos desayunamos día sí y otro también, están ignorando a familias que por haberlo perdido todo caen en pozos de miseria y hambre de los que tanto tiempo y esfuerzo nos costó salir a muchos de nosotros. Por favor, que haga algo quién pueda para remediarlo.
Al despedirnos, solo con la cara de tristeza que nos dijimos "hasta mañana" lo decíamos todo.
El alquiler de estas habitaciones, según el barrio donde esté ubicada la vivienda, suele ser de 200 ó 300 euros incluso más. Y sin entrar en si son poco o mucho, planteado desde la voluntad de ayudarse mutuamente, arrendatario y arrendador, puede solucionar o cuando menos aliviar el problema de ambos.
Hasta aquí nada que objetar si la medida -como se supone- es fruto de una necesidad compartida de carácter temporal y por supuesto contratado legalmente. Por ejemplo, acoger a estudiantes universitarios (chicas o chicos) venidos de diferentes provincias que de no ser así, durante el curso, tendrían que alojarse en Hogares o Residencias donde el régimen interior compromete a cumplir una serie de obligaciones no siempre fáciles de asimilar, ni siquiera acostumbrarse. También para gente que viene a realizar tareas de temporada y para profesionales contratados para un trabajo específico, etc.
Otra cosa sería si la necesidad obligase -como parece- a volver a revivir tiempos pasados (años 1950 - 1960) en que involuntarios "desertores del arado" como se nos llamaba a los huídos del campo, por falta de casa donde alojarnos hubimos de compartir un mismo piso entre dos o mas familias, hasta que conseguir un techo donde vivir dignamente. Tampoco hace tanto tiempo en que en los balcones de cualquier casa y en cualquier calle colgaban carteles donde podía leerse; "Habitaciones con derecho a cocina". En otros ponía; "se alquilan habitaciones solo para dormir". Y en parecidos términos se anunciaban todos los días en las páginas de los periódicos de información general.
Pero como todo tiene su por qué, aunque el tiempo pasa sin detenerse, el grupo de amigos jubilados que nos encontramos en el paseo matinal (la mayoría inmigrantes del mismo tiempo) nos preguntamos; ¿"por qué" ahora, en el siglo XXI, cuando hay millares de viviendas construidas y listas para habitar se encuentran vacías?. ¿No sería mejor, antes de malvenderlas, alquilarlas por cantidades razonables y a través de contrato legal de obligado cumplimiento, para mayor seguridad de las partes?.
Todos coincidimos en que los políticos elegidos por nosotros mismos, perteneciendo a generaciones jóvenes y mejor preparadas que la nuestra para defender -eso es lo que dicen- los intereses generales, por culpa de la brutal especulación inmobiliaria y la no menos brutal corrupción con que nos desayunamos día sí y otro también, están ignorando a familias que por haberlo perdido todo caen en pozos de miseria y hambre de los que tanto tiempo y esfuerzo nos costó salir a muchos de nosotros. Por favor, que haga algo quién pueda para remediarlo.
Al despedirnos, solo con la cara de tristeza que nos dijimos "hasta mañana" lo decíamos todo.
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